lunes, 9 de junio de 2008

Conociendo el invernadero: seis años sembrando sentimientos y recogiendo cuentos

Dice un viejo refrán que 'quien siembra vientos, recoge tempestades', pero Carmen Bermejo Fuertes decidió dar la vuelta a esa recurrente frase y creó en Madrid un rincón muy especial, un taller de escritura creativa llamado ‘El Invernadero’, en el que sembrar semillas sentimentales para recoger posteriormente una vasta cosecha de cuentos.
Esta ‘jardinera’ manchega (“nacida en Ciudad Real en el siglo pasado”, bromea) tan particular, con experiencia como profesora de educación primaria, psicoanalista, actriz y cuentista (“ésta es una palabra muy devaluada, porque sólo se conoce su significado despectivo, el de alguien que actúa con embustes, pero no olvidemos que cuentista es aquella persona que escribe y/o narra cuentos”, suele decir), decidió abrir las puertas de este espacio de libertad para la creación en 2002.
’El Invernadero’ es esa burbuja fuera del tiempo, dotada de un clima cálido, a salvo de los vientos helados de las críticas y de las modas, donde nuestras semillas, nuestra más elemental esencia, nuestra más pura verdad, nuestro verdadero color, puede surgir sin miedo y crecer para ofrecernos el fruto de esos tesoros ocultos que todos llevamos dentro y de los que muchas veces no somos conscientes absorbidos por las prisas, la productividad y la uniformidad que presiden nuestra vida cotidiana”, comenta Bermejo cuando se le pregunta por esta experiencia tan particular.

A pesar de dar importancia al hecho de que los grupos no sean muy amplios “para poder crear una atmósfera apropiada”, ella nunca cierra las puertas del ‘invernadero’ (“porque todos y todas tenemos algo que contar en algún momento”, reitera) y sigue recibiendo nuevas ‘semillas’ con las que disfrutar de momentos de ‘cosecha’.
“Me interesa mucho más el fondo que la forma; aquí ha llegado gente que no había escrito nada previamente –convencida, además, de que lo hacía mal, que no era capaz de enlazar dos frases juntas- y cuya riquísima vida interior, cargada de belleza, afloró desde el primer relato y nos regaló momentos de risas y de lágrimas; en definitiva, de emoción, que es a lo que yo busco dar salida”, insiste.
Sobre el temor que el potencial alumnado tenga a exponer la propia vida en cada relato, Carmen Bermejo Fuertes niega que los cuentos tengan que ser meramente autobiográficos.
“Incluso los que son de ficción, bueno voy más allá, incluso los que son de ciencia ficción, llevan como espina dorsal la verdad que cada uno lleva dentro. Lo importante es eso, que nadie se engañe y vuelque en su relato SU VERDAD”, recalca, al tiempo que señala que también se ha encontrado (...) con el ejemplo inverso, “el de gente que no quería abrir su corazón y, de repente, estaba tan a gusto que acababa relatando cosas verdaderas de su pasado o de su presente, en una especie de vivencia catártica”.
(Extractado de una entrevista concedida por Carmen Bermejo Fuertes al blog De aquí allá)

LA ÚLTIMA COSECHA

ANTERIORES COSECHAS


Un texto (poema, cuento, artículo...) de algún autor conocido, siempre relacionado con el tema central de ese día, nos sirve para arrancar cada sesión. Lo leemos y desgranamos su contenido para tratar de elevar nuestros espíritus y dejarlos abiertos para recibir los escritos que traen los alumnos. Por supuesto, alguna que otra vez (como veis en la foto) Baco nos acompaña y nos embriaga al tiempo que lo hace la literatura...













Y después de las sesiones en petit comité, llegan las lecturas públicas. Nos presentamos en diferentes cafés de Madrid, donde pudimos escuchar los aplausos, los suspiros, las risas, la complicidad del público con los cuentos presentados...