


A pesar de dar importancia al hecho de que los grupos no sean muy amplios “para poder crear una atmósfera apropiada”, ella nunca cierra las puertas del ‘invernadero’ (“porque todos y todas tenemos algo que contar en algún momento”, reitera) y sigue recibiendo nuevas ‘semillas’ con las que disfrutar de momentos de ‘cosecha’.
“Me interesa mucho más el fondo que la forma; aquí ha llegado gente que no había escrito nada previamente –convencida, además, de que lo hacía mal, que no era capaz de enlazar dos frases juntas- y cuya riquísima vida interior, cargada de belleza, afloró desde el primer relato y nos regaló momentos de risas y de lágrimas; en definitiva, de emoción, que es a lo que yo busco dar salida”, insiste.
Sobre el temor que el potencial alumnado tenga a exponer la propia vida en cada relato, Carmen Bermejo Fuertes niega que los cuentos tengan que ser meramente autobiográficos.
“Incluso los que son de ficción, bueno voy más allá, incluso los que son de ciencia ficción, llevan como espina dorsal la verdad que cada uno lleva dentro. Lo importante es eso, que nadie se engañe y vuelque en su relato SU VERDAD”, recalca, al tiempo que señala que también se ha encontrado (...) con el ejemplo inverso, “el de gente que no quería abrir su corazón y, de repente, estaba tan a gusto que acababa relatando cosas verdaderas de su pasado o de su presente, en una especie de vivencia catártica”.
(Extractado de una entrevista concedida por Carmen Bermejo Fuertes al blog De aquí allá)